“Es claro que ninguna sociedad puede realmente progresar sin la contribución de la mitad de su población. La autonomía e igualdad económica de las mujeres, es una condición necesaria para que nuestro país avance hacia mejores condiciones de vida”.
El movimiento feminista es un fenómeno moderno. Aunque en el pasado han existido movimientos en favor de la causa de las mujeres, fue hasta muy recientemente cuando adquirió una dimensión global.
En la antigüedad, el dramaturgo cómico Aristófanes nos mostró su talante feminista en su obra Lisístrata, donde las mujeres se van a huelga sexual para evitar que los hombres continúen la guerra. Esta es una de las lecciones feministas de antaño, que al parecer la humanidad, y especialmente los varones, no han aprendido.
Más recientemente, en el siglo XX, un movimiento amplio de feministas logró obtener mayores derechos para las mujeres. Un ejemplo: fue hasta 1920 que las mujeres adquirieron el poder del voto en los Estados Unidos de América.
A una mayor emancipación de las mujeres -un fenómeno que es parte de la cuenta larga de la historia, como lo ha escrito Octavio Paz- contribuyeron también importantes desarrollos farmacológicos, como los anticonceptivos, así como adaptaciones de infraestructura a las necesidades propias de las mujeres.
En nuestro país, lamentablemente, seguimos estando en la retaguardia de estas grandes transformaciones.
Esto se manifiesta más claramente en lo que podríamos llamar las raíces económicas de la desigualdad de género.
Aquí podríamos pensar en estructuras laborales que excluyen a las mujeres y a la precariedad laboral que las somete a la pobreza. Un dato puede decirnos mucho: solamente el cinco por ciento de las mujeres gana más del ingreso suficiente para mantener a una familia de cuatro personas, por encima de la línea de pobreza.
Asimismo, México tiene una de las tasas de participación laboral femenina más bajas entre los países de la OCDE.
Todo esto se ha complicado más debido a los efectos de la pandemia, que ha llevado a un déficit de más de un millón de trabajos respecto a la tendencia previa.
Es claro que ninguna sociedad puede realmente progresar sin la contribución de la mitad de su población. La autonomía e igualdad económica de las mujeres, es una condición necesaria para que nuestro país avance hacia mejores condiciones de vida.
Para lograrlas se necesita poner en práctica políticas públicas que promuevan realmente el trabajo digno y equitativo para las mujeres. También es necesario establecer lo que podría denominarse un “Sistema Nacional de Cuidados” que garantice el sano y lúdico resguardo para niños y niñas, mientras las madres se encuentran trabajando.
El Gobierno federal actual no parece interesado en detonar estas medidas, y corresponde a la sociedad movilizarse para que esos cambios se materialicen, porque la paridad de género debe ser una realidad pronto. Ciertamente, Aristófanes lo habría aprobado.
Abogado y empresario. Ha encabezado diversas organizaciones empresariales, comunitarias, educativas y filantrópicas. Concentra su agenda pública en el desarrollo de líderes sociales (Alternativas por México), la participación ciudadana en política (Sí por México) y el fortalecimiento del estado de derecho (Consejo Nacional de Litigio Estratégico).
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